Beth Thomas: la historia de la niña psicópata
Esta historia trata de una niña que perdió a su madre cuando solo contaba un año de edad. Ella y su hermano quedaron bajo la tutela de su padre biológico, el cual abusó sexualmente de los dos menores. Por suerte, los abusos fueron detectados por médicos y los niños fueron acogidos por una asistente social seis meses después.
Por suerte para Beth y para su hermano pequeño Jonathan, ambos fueron adoptados por una pareja cristiana llena de ilusión por ser padres pero que no podían concebir. Todo parecía ir bien hasta que Beth empezó a manifestar que tenía pesadillas muy extrañas, y estos se dieron cuenta de que algo no marchaba bien.
Pesadillas, un preludio de la conducta antisocial de la pequeña Beth
Las pesadillas de la pequeña trataban sobre un hombre que se “caía encima suyo y la hería con una parte de él”. En adición, Beth manifestaba conductas violentas hacia su hermano, sus padres y animales (a los cuales llegó a matar). Además de ira, también encontraron que Beth manifestaba conductas sexuales inadecuadas: la niña se masturbaba públicamente y de manera excesiva, llegando a producirse sangrado.
Estos hechos hicieron considerar a los padres la posibilidad de acudir a un psicólogo. Precisamente en el transcurso del diagnóstico y la terapia psicológica a Beth se graba el vídeo que ha recorrido el mundo: una entrevista a Beth realizada por el Dr. Ken Magid, un psicólogo clínico especialista en el tratamiento de niños víctimas de severos abusos sexuales. Lo que descubrió este psicólogo sobre las causas y los efectos del abuso sexual es objeto de estudio en todas las facultades de psicología.
La pequeña admitió haber maltratado físicamente a su hermano
Beth admitió, en sus conversaciones con el Dr Ken y con total frialdad, haber maltratado a su hermano desde siempre, dándole cabezazos contra el suelo, clavándole alfileres en todo el cuerpo y en sus partes intimas, estirando y pateando sus genitales... Incluso llegó a explicar que una vez lo intentó matar, y solamente paró debido a que sus padres la descubrieron. Admitió que también había pensado seriamente en matar a sus padres en varias ocasiones y que maltrataba a sus mascotas habitualmente. No contenta solo con eso, llegó a matar a varios animales que merodeaban por el patio de su casa.
Ante todos estos hechos que ella misma iba relatando, Beth reconoció no sentir ningún tipo de remordimiento ni culpa, su tono de voz ante todas sus declaraciones era frío y calmado, como si estuviese explicando cualquier anécdota trivial. Preguntada sobre el motivo por el cual actuaba de esta forma, respondía que quería hacer sentir todo lo que ella sintió en el pasado durante los abusos de su padre. Asimismo, ante todas las preguntas del doctor referidas a si ella era conciente de que estos actos producirían sufrimiento en la otra persona, admitió con serenidad que sí, que era eso, precisamente, lo que ella desea.
Internamiento en un centro especial y tratamiento psicológico
Después de una larga entrevista, el psicólogo obtuvo la información suficiente como para llevarle a decidir internar a la niña en un centro de tratamiento de niños con distintos trastornos de comportamiento. Beth fue diagnosticada con un grave trastorno del apego, el cual se caracteriza por el desarrollo de la incapacidad de establecer relaciones sanas y adecuadas, debido en este caso a la historia de abuso sexual y maltrato por parte de su padre.
El trastorno del apego precisa recibir atención psicológica urgente, pues sino podría convertirse en un peligro para la propia Beth y para sus familiares, debido a la completa falta de empatía que manifestaba, que podría ser equiparable a trastornos como la sociopatía o la psicopatía. El motivo por el cual Beth no fue diagnosticada como psicópata en ese momento es porque en esa época aún no se conocía la existencia del trastorno disocial de la personalidad (trastorno antisocial de la personalidad antes de los 18 años), sobre el cual todavía perdura un extenso debate entre los académicos de la salud mental.
Tratamiento psicológico para controlar sus impulsos antisociales
El tratamiento que le impusieron a Beth fue muy estricto y ordenado. Especialmente diseñado para niños con su mismo trastorno, a los cuales les es muy complicado respetar reglas y hábitos. Durante la noche, y para impedir que lastimase a otros niños, Beth era encerrada en una habitación. Asimismo, debía pedir permiso para todo, desde ir al baño hasta incluso para beber agua.
Con el paso del tiempo, las restricciones fueron siendo menos estrictas y Beth fue mejorando progresivamente.
Beth pudo recuperarse totalmente y hoy en día es una persona con una vida común
Al final del video podemos observar el gran avance del tratamiento a Beth. Al cabo de los años, podemos ver a Beth como una persona con capacidad para empatizar y para ser conciente de las consecuencias de sus actos. Obviamente, su aparente 'maldad' tenía su génesis en el maltrato continuado del que fue víctima siendo un bebé, y su caso sirve para ilustrar las calamitosas consecuencias del maltrato físico y psicológico a corta edad.
Actualmente, Beth lleva una vida normal y trabaja como enfermera. Sus méritos profesionales le han hecho merecedora de varios galardones.
Este caso nos hace llegar a las conclusiones siguientes: la importancia de una buena crianza, especialmente en los periodos críticos del niño. Pero también nos habla sobre la efectividad (al menos en este caso) de la terapia psicológica, incluso en casos de extrema gravedad y que pueden parecer irreconducibles.
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